jueves, 23 de junio de 2022

Esperanza


Querida esperanza, ahora entiendo porque estabas en la caja. Por muchos años pensé que eras el regalo más preciado que podíamos tener, nos mantenías vivos en la oscuridad y me alentabas a seguir adelante a pesar de las dificultades. Yo, ingenua, creía en la bondad de su espíritu y realmente estaba convencida de tu benevolencia, sin embargo, ahora conozco tu verdadera voluntad.

Querida, no, nada de querida. Maldita esperanza, ahora sé porque estabas en la caja. Tú, sin duda, eres el más fino y delicado de los demonios. Con tu hermosura casi frenética atrapas y envuelves a hombre y mujeres por igual, los haces presos del rosa, hijos del deseo y el anhelo imposible.

Despiadada y paciente, aguardas por aquellos desesperados, que caminos sinuosos pierden la fe y se rinden. Llegas a ellos como agua del desierto, les das de beber y renuevas sus fuerzas solo para atraparlos en la misma trampa, donde ahora gracias a ti se quedarán pagando penurias una y otra vez.

Tú esperanza, aguardaste en silencio a que cada demonio saliera y ahogara al mundo en maldad, mientras tú sigilosa, silenciosa, fingiste inocencia y a sabiendas de que el mal jamás vuelve a su caja, saliste de ella para coronar con tus vestiduras desgarradas la cima del sufrimiento. Tú eres la reina del mal.

Tus dominios se extienden y envuelves a todos por igual, ingenuos caemos en tus garras como moscas a la miel y atrapados en ella repetimos sin parar aquellos momentos que nos destrozan por dentro, hasta que ya, una vez desechos nos hecha a los perros para que devoren la humanidad que nos quedan dentro.  

Huecos, así nos dejas, esperanza. Sin vida, sin alma, nos consumes, nos devoras. Huecos, así nos dejas demonio, reina del mal. Huecos, sin nada, vacíos dentro la caja que cellas con tu crueldad. Ahora, entiendo porque tú, esperanza, estabas en la caja.